Así se llama una canción de La Renga, y creo que es la pregunta de todos.
Es tanto así, que es la pregunta que me hago cada día. ¿A dónde carajo me va a llevar mi vida hoy?
A veces, creo que tengo un caminito pavimentado y que no me voy a salir de sus rieles, pero pronto, la vida me plantea algo nuevo y tengo que salir pensando en qué mierda hacer.
Así es es que he cambiado de trabajos, he conocido gente nueva, comencé a hacer cosas, dejé de hacer otras...
Siempre tuve el teatro, la música y la escritura como pasatiempos, y cada uno fue realizado en el momento que quizá debía. Mientras cursaba la secundaria en Córdoba, me metí en cuanta obra de teatro se hacía. Poco a poco, lo fui dejando, para meterme en la música, cuando tenía mis 20 cumpliditos. Toqué en dos bandas, Bazofia! y Sacrilegio. Y para cuando pasé un buen tiempo en el sur, la escritura empezó a florecer.
¿Y hoy? Hoy puedo decir que intenté volver al teatro, y casi me cuesta mi noviazgo, y hoy estoy intentando vender mi bajo. Hoy, quiero dedicarme a ser escritor, y pensar en que quizá pueda publicar, aunque no vivir de esto.
¿Hoy? Hoy siento y me pasa todo esto, pero no faltará la pregunta en mi vida, mañana cuando despierte... ¿A dónde putas me llevará esta vida chota?
miércoles, 6 de agosto de 2008
miércoles, 20 de febrero de 2008
lunes, 21 de enero de 2008
Nuevos Horizontes (la ciudad que no olvida ni te deja olvidar)
La vida siempre tiene mucho para dar, pero nunca sabemos dónde buscarlo. Yo tuve que viajar 40 horas en colectivo, recorrer 2800 kilómetros hasta la "Promise Land" para convertirme en un buscavidas, que sin verguenza, intenta ver y explorar nuevos horizontes.
Así es, que cuando llegué a la "Ciudad que no olvida ni te deja olvidar", le busqué la vuelta al asunto, para poder hacer lo que tanto quería y que en el centro de este gran país, nunca pude ni hubiera podido lograr: enseñar.
Nunca pensé que mi vida tendría el sentido que hoy tiene. Porque tengo tantos gustos, pero que no logro identificar si sirven como propósitos de una vida, que vivo hace dos décadas y dos años. Me gusta mucho escribir, leer, me gusta tocar la guitarra y componer temas que no serán escuchados, me gusta jugar al Age of Empires y ver películas como "Constantine", "Salem´s Lot", "The Day After Tomorrow", "Saw", "Identity", "The Butterfly Efect", y pensar que todo eso, ronda en mi cabeza incubando nuevas historias para escribir.
Y es así como mi corta vida de narrador de historias, encontró un ser que estructuró mi pasión, via de desahogo y terapia. Un tipazo, llamado Carlos Besoaín.
Hoy, gracias a él, puedo comentarles que di un taller de escritura creativa. Sí, yo. Enseñé temas como "¿Cómo reconocer si una idea es buena?", "Estructuración", "Perfil de Personajes" y otras cosas. Y el lunes 21 de enero, di otro.
Hoy, gracias a mi profesor de teatro Alejandro Vanegas (que andará metido en el traje de hule de Señor Banana), daré un taller de teatro, basado en la tele, mis propias ideas de improvización, mis clases de teatro, y en los capítulos de "Whose the line is it anyway".
Así es, Luis Eduardo Ferrarassi, alias el Locoluis, enseña a otros.
Y lo logré en la "ciudad que no olvida ni te deja olvidar"...
Así es, que cuando llegué a la "Ciudad que no olvida ni te deja olvidar", le busqué la vuelta al asunto, para poder hacer lo que tanto quería y que en el centro de este gran país, nunca pude ni hubiera podido lograr: enseñar.
Nunca pensé que mi vida tendría el sentido que hoy tiene. Porque tengo tantos gustos, pero que no logro identificar si sirven como propósitos de una vida, que vivo hace dos décadas y dos años. Me gusta mucho escribir, leer, me gusta tocar la guitarra y componer temas que no serán escuchados, me gusta jugar al Age of Empires y ver películas como "Constantine", "Salem´s Lot", "The Day After Tomorrow", "Saw", "Identity", "The Butterfly Efect", y pensar que todo eso, ronda en mi cabeza incubando nuevas historias para escribir.
Y es así como mi corta vida de narrador de historias, encontró un ser que estructuró mi pasión, via de desahogo y terapia. Un tipazo, llamado Carlos Besoaín.
Hoy, gracias a él, puedo comentarles que di un taller de escritura creativa. Sí, yo. Enseñé temas como "¿Cómo reconocer si una idea es buena?", "Estructuración", "Perfil de Personajes" y otras cosas. Y el lunes 21 de enero, di otro.
Hoy, gracias a mi profesor de teatro Alejandro Vanegas (que andará metido en el traje de hule de Señor Banana), daré un taller de teatro, basado en la tele, mis propias ideas de improvización, mis clases de teatro, y en los capítulos de "Whose the line is it anyway".
Así es, Luis Eduardo Ferrarassi, alias el Locoluis, enseña a otros.
Y lo logré en la "ciudad que no olvida ni te deja olvidar"...
lunes, 3 de diciembre de 2007
Un nuevo escenario me ampara
Nací en Córdoba Capital, el 15 de agosto de 1985.
Y viví allí hasta comienzos de 2007.
Trabajé en un montón de lugares, desde vendedor comerciante, hasta niñero. Desde telefonista, hasta sereno.
Mi primer trabajo groso fue en Locuras. Era una roquería del centro de la ciudad, en donde vendía remeras, mochilas, cds, y otras cosas de la onda roquera. Era un sueño. En ese mismo tiempo estaba de novio con quien hoy es mi señora, Salomé.
El trabajo en Locuras se vio interrumpido por la idea de estudiar. MI elección fue Comunicación Social. Salo estaba estudiando desde hacía unos años Diseño Industrial. Asique solíamos encontrarnos en la Ciudad Universitaria.
Pronto, nuestra pareja empezó a dar saltos enormes. El amor, se intensificaba y nos propusimos la idea de convivir.
En ese tiempo, los docentes universitarios, como todos los demás, estaban en huelga y no tuve clases por tres meses. Esa situación no me gustó para nada, y además a mis padres no les gustaba verme al vicio. Asique decidí buscar trabajo nuevamente.
Antes de eso, ya había sido niñero de la cuñadita de mi hermano Nico, Aldana, Había sido ciudador de una casa en mi barrio. Había trabajado en una pollería como delivery.
Conseguí un trabajo en un negocio de venta de diarios y revistas, mientras que Salo estaba en la capacitación de Action Line.
Al poco tiempo, conseguí en otra roquería, llamada Morrison. Salo estaba estable en Action, y yo ganaba bien (bien, al estilo Córdoba, me entienden, ¿no?), y de a poco, empezamos con los planes de irnos a vivir juntos.
En marzo me echaron de Morrison y estuve cuatro meses desempleado. Hasta que conseguí en una empresa de taxis llamada Transmitaxi, de telefonista.
Allí arranqué en julio, y en noviembre ya estábamos viviendo en un departamento del centro de la ciudad.
Aquella fue la mejor de las experiencias, sin saber lo que vendría más adelante.
En marzo de 2007, recibí una propuesta de mi cuñado Christian, de que en las vacaciones que me dieran en el trabajo, viajara a Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz, a trabajar con él.
Así fue que, aprovechando las dos semanas de vacaciones, decidí irme, acunando en mí la posibilidad de quedarme a vivir en la Patagonia Sur.
En aquellos cuatro meses de desempleo, nos habíamos sentado a hablar con Salomé, de la posibilidad de mudarnos al Sur, pero la idea no me había gustado.
En esta oportunidad, sí. Christian me había dicho que tendría más posibilidades de progreso que en Córdoba, pero que era mi decisión y de Salomé.
En los días que estuve en Gallegos, salí a dar unas vueltas y solo para tantear las posibilidades, entregué un currículum en un diario. La respuesta fue "Empezás el viernes".
Imagínense mi sorpresa. En menos de una semana, ya tenía trabajo en un diario, con solo medio año de facultad, y un curso corto de redacción periodística. No me hizo falta mucho más para darme cuenta la diferencia que había entre Río Gallegos y Córdoba. En mi provincia natal, ni con el título de Licenciado, podría entrar en un diario.
Lo pensé detenidamente, hablé con mi interior y por supuesto con Salo. Era adulto ya, como para preguntar a mis padres, quienes ya habían sido alertados, que si en este nuevo escenario, conseguía un trabajo, me quedaría.
Lo decidí. Me quedé.
Dejé mi familia: mi vieja, mi viejo, Nico, Mariano, mis sobrinos Diego, Micaela y Willy; mi abuela Esther (la reina dela familia), mis tíos y primos. Dejé mis amigos: Juan Pablo, Bruno, Carla, Pablo, y el resto. Dejé mi banda: Sacrilegio. Dejé mi trabajo, dejé mis conocidos, dejé todo, siguiendo una sola cosa, lo que me dictaba mi corazón.
En mayo de 2007, con un nuevo lugar a mi alrededor, entré a trabajar como preceptor en un colegio. Otra de las diferencias que marcaron las dos provincias.
En junio, viajó Salo para reencontrarse conmigo.
Rápidamente, nos fuimos posicionando en otros ámbitos. Salo entró al diario conmigo, luego en un negocio, dio clases de inglés en una academia y de forma particular, mientras que yo, había dejado un puesto en el diario y estaba consiguiendo un puesto en una fundación.
Aquí se marca la otra diferencia. Salo comenzó a trabajar en el Complejo Cultural con posibilidades de contrato y permanencia. Y yo, hoy en día soy el Encargado de Prensa en la Fundación Humanitaria Patagonia Austral. ¡Un puestazo! Nunca en mi vida, me hubiera imaginado llegar a convertirme en esto.
Ya salí cuatro veces en tele, y me conocen muchos medios de comunicación de la ciudad. Organicé un Concurso Literario, en el que fui jurado y tallerista.
Brindé un taller de escritura creativa, de la mano de mi amigo escritor Carlos Besoaín. Un grande. Un tipo que valora mucho mis trabajos como escritor inédito.
Pronto, pronto, espero poder publicar alguna novela, y cuando lo haga, más me daré cuenta que este es mi lugar.
Sé que dolerá. Dolerá en mí, y en muchos que, estando en Córdoba, esperan que regrese a quedarme. Disculpen, pero no lo haré. Estoy más feliz que nunca.
Si me quieren, me desearán felicidad y la tengo.
Pienso en ustedes, todos los días, todas las noches. Créanme. Lo hago. Y no paso un día sin lamentar no haberme despedido de todos, pero entienden ahora, cómo se dio la situación.
Extraño mucho. En serio.
Extraño mi casa. Mi patio. La plaza. Alta Gracia, los ríos, las montañas.
Extraño mi gente. Mis amigos, las risas, los llantos, las miradas traviezas. Extraño a mis confidentes, mis lectores de toda la vida.
Extraño mi familia. Mis hermanos que tanto me han dado. Mis viejos, que forjaron en mí un gran espíritu luchador y sólido, que gracias a eso, pudo tomar esta importante decisión.
Extraño mi música. Mi banda. Mi gran amigo Maxi. Mi alma gemela. Los momentos compartidos, las ideas alocadas, las noches de charlas hasta que el sol nos despabiló.
Y extraño mucho, mucho más... Pero estoy feliz, y la felicidad es todo lo que buscaba al cambiar de escenario, y en Río Gallegos la encontré.
Y viví allí hasta comienzos de 2007.
Trabajé en un montón de lugares, desde vendedor comerciante, hasta niñero. Desde telefonista, hasta sereno.
Mi primer trabajo groso fue en Locuras. Era una roquería del centro de la ciudad, en donde vendía remeras, mochilas, cds, y otras cosas de la onda roquera. Era un sueño. En ese mismo tiempo estaba de novio con quien hoy es mi señora, Salomé.
El trabajo en Locuras se vio interrumpido por la idea de estudiar. MI elección fue Comunicación Social. Salo estaba estudiando desde hacía unos años Diseño Industrial. Asique solíamos encontrarnos en la Ciudad Universitaria.
Pronto, nuestra pareja empezó a dar saltos enormes. El amor, se intensificaba y nos propusimos la idea de convivir.
En ese tiempo, los docentes universitarios, como todos los demás, estaban en huelga y no tuve clases por tres meses. Esa situación no me gustó para nada, y además a mis padres no les gustaba verme al vicio. Asique decidí buscar trabajo nuevamente.
Antes de eso, ya había sido niñero de la cuñadita de mi hermano Nico, Aldana, Había sido ciudador de una casa en mi barrio. Había trabajado en una pollería como delivery.
Conseguí un trabajo en un negocio de venta de diarios y revistas, mientras que Salo estaba en la capacitación de Action Line.
Al poco tiempo, conseguí en otra roquería, llamada Morrison. Salo estaba estable en Action, y yo ganaba bien (bien, al estilo Córdoba, me entienden, ¿no?), y de a poco, empezamos con los planes de irnos a vivir juntos.
En marzo me echaron de Morrison y estuve cuatro meses desempleado. Hasta que conseguí en una empresa de taxis llamada Transmitaxi, de telefonista.
Allí arranqué en julio, y en noviembre ya estábamos viviendo en un departamento del centro de la ciudad.
Aquella fue la mejor de las experiencias, sin saber lo que vendría más adelante.
En marzo de 2007, recibí una propuesta de mi cuñado Christian, de que en las vacaciones que me dieran en el trabajo, viajara a Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz, a trabajar con él.
Así fue que, aprovechando las dos semanas de vacaciones, decidí irme, acunando en mí la posibilidad de quedarme a vivir en la Patagonia Sur.
En aquellos cuatro meses de desempleo, nos habíamos sentado a hablar con Salomé, de la posibilidad de mudarnos al Sur, pero la idea no me había gustado.
En esta oportunidad, sí. Christian me había dicho que tendría más posibilidades de progreso que en Córdoba, pero que era mi decisión y de Salomé.
En los días que estuve en Gallegos, salí a dar unas vueltas y solo para tantear las posibilidades, entregué un currículum en un diario. La respuesta fue "Empezás el viernes".
Imagínense mi sorpresa. En menos de una semana, ya tenía trabajo en un diario, con solo medio año de facultad, y un curso corto de redacción periodística. No me hizo falta mucho más para darme cuenta la diferencia que había entre Río Gallegos y Córdoba. En mi provincia natal, ni con el título de Licenciado, podría entrar en un diario.
Lo pensé detenidamente, hablé con mi interior y por supuesto con Salo. Era adulto ya, como para preguntar a mis padres, quienes ya habían sido alertados, que si en este nuevo escenario, conseguía un trabajo, me quedaría.
Lo decidí. Me quedé.
Dejé mi familia: mi vieja, mi viejo, Nico, Mariano, mis sobrinos Diego, Micaela y Willy; mi abuela Esther (la reina dela familia), mis tíos y primos. Dejé mis amigos: Juan Pablo, Bruno, Carla, Pablo, y el resto. Dejé mi banda: Sacrilegio. Dejé mi trabajo, dejé mis conocidos, dejé todo, siguiendo una sola cosa, lo que me dictaba mi corazón.
En mayo de 2007, con un nuevo lugar a mi alrededor, entré a trabajar como preceptor en un colegio. Otra de las diferencias que marcaron las dos provincias.
En junio, viajó Salo para reencontrarse conmigo.
Rápidamente, nos fuimos posicionando en otros ámbitos. Salo entró al diario conmigo, luego en un negocio, dio clases de inglés en una academia y de forma particular, mientras que yo, había dejado un puesto en el diario y estaba consiguiendo un puesto en una fundación.
Aquí se marca la otra diferencia. Salo comenzó a trabajar en el Complejo Cultural con posibilidades de contrato y permanencia. Y yo, hoy en día soy el Encargado de Prensa en la Fundación Humanitaria Patagonia Austral. ¡Un puestazo! Nunca en mi vida, me hubiera imaginado llegar a convertirme en esto.
Ya salí cuatro veces en tele, y me conocen muchos medios de comunicación de la ciudad. Organicé un Concurso Literario, en el que fui jurado y tallerista.
Brindé un taller de escritura creativa, de la mano de mi amigo escritor Carlos Besoaín. Un grande. Un tipo que valora mucho mis trabajos como escritor inédito.
Pronto, pronto, espero poder publicar alguna novela, y cuando lo haga, más me daré cuenta que este es mi lugar.
Sé que dolerá. Dolerá en mí, y en muchos que, estando en Córdoba, esperan que regrese a quedarme. Disculpen, pero no lo haré. Estoy más feliz que nunca.
Si me quieren, me desearán felicidad y la tengo.
Pienso en ustedes, todos los días, todas las noches. Créanme. Lo hago. Y no paso un día sin lamentar no haberme despedido de todos, pero entienden ahora, cómo se dio la situación.
Extraño mucho. En serio.
Extraño mi casa. Mi patio. La plaza. Alta Gracia, los ríos, las montañas.
Extraño mi gente. Mis amigos, las risas, los llantos, las miradas traviezas. Extraño a mis confidentes, mis lectores de toda la vida.
Extraño mi familia. Mis hermanos que tanto me han dado. Mis viejos, que forjaron en mí un gran espíritu luchador y sólido, que gracias a eso, pudo tomar esta importante decisión.
Extraño mi música. Mi banda. Mi gran amigo Maxi. Mi alma gemela. Los momentos compartidos, las ideas alocadas, las noches de charlas hasta que el sol nos despabiló.
Y extraño mucho, mucho más... Pero estoy feliz, y la felicidad es todo lo que buscaba al cambiar de escenario, y en Río Gallegos la encontré.
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